Masculino singular, cuidados para la piel del hombre
Piel de hombre
La piel del hombre tiene una serie de características propias que hacen que necesite unos cuidados específicos. “Es muy importante la limpieza diaria con geles o jabones, así como realizar tratamientos periódicos como peelings químicos o físicos, que ayudan a combatir los principales problemas que suelen afectar a la piel masculina: exceso de grosor –lo que le da un aspecto desvitalizado–, poro dilatado, exceso de producción grasa o pelo de la barba enquistado”, comenta Esther Palomino, responsable del Departamento de Estética de Clinica Planas Madrid. “La piel del hombre tiene un pH más alcalino y mayor número de glándulas sebáceas, provocando más secreción lipídica (lo que llamamos sebo). De ahí que los productos de tratamiento para hombres suelan ser astringentes y se presenten en texturas acuosas, geles o serums, en lugar de en cremas o aceites, siempre más grasos.” Además, si tenemos en cuenta que la mayoría de los hombres se afeita a diario, la protección natural de la piel es menor, lo que provoca deshidratación e irritación de la zona, e incluso la aparición, en algunos casos, de foliculitis.
No hay belleza sin limpieza
La limpieza en profundidad es fundamental para que todo tipo de piel, en especial para que la piel del hombre adquiera suavidad. En este sentido, los peelings son tratamientos que funcionan muy bien para la renovación celular y prevención del envejecimiento. “En pieles maduras o deshidratadas, es suficiente con un peeling físico-estético (se aplica en crema y se retira una vez seca, arrastrando el producto con los dedos). Sin embargo, para las pieles grasas con tendencia al acné y/o problemas de pseudofoliculitis (pelo enquistado), es mejor utilizar peelings químicos médicos (glicólico, salicílico, kójico…), ya que afinan y suavizan la piel, consiguiendo menor agresión e irritación en el afeitado. En ambos casos se utiliza el peeling de ultrasonidos, oxijet (oxigenoterapia) y ozonoterapia con electrodos de alta frecuencia, excepto en las pieles con acné, para las que únicamente se usa la pulverización de oxígeno con tónico calmante y Bioestimulación lumínica, sobre todo la luz azul, que tiene propiedades bactericidas”, aclara Esther Palomino.
El poder del oxígeno
La oxigenoterapia empezó a utilizarse en Japón a mediados de los años 40, basándose en la filosofía oriental de los 5 elementos, importantes como fuentes de vida, ya que el aire es uno de ellos. Le siguieron EEUU y Europa, combinando aplicaciones externas de oxígeno (duchas, difusiones, chorros a presión…) y aplicaciones internas a través de inhalaciones. “Los beneficios del oxígeno son muchos. Con las inhalaciones, se aporta mayor vitalidad y energía a las células, fortaleciendo el sistema inmunitario, liberando el cuerpo de toxinas y estimulando la microcirculación. Por otro lado, con la aplicación externa de oxígeno se consigue mejorar el aspecto de la piel, atenuar las arrugas y líneas de expresión, y reducir las bolsas y el cansancio de los ojos” explica Esther Palomino. Y si el oxígeno limpia, el ozono descongestiona. A veces se incluye también en los tratamientos de limpieza profunda la denominada ozonoterapia. El ozono purifica, calma y desinfecta la piel y, unido a la alta frecuencia, tiene una potente acción bactericida, ayudando a cerrar los poros y aumentando el flujo sanguíneo. Otro de sus beneficios es que facilita la absorción de los productos cosméticos que se utilicen después del tratamiento.